Teniendo en cuenta la política detrás de la regulación de la zona de bajas emisiones, Madrid Central, es importante mirar hacia los otros países europeos para ver qué están haciendo los gobiernos para reducir las emisiones en nuestras zonas urbanas. Existen más de 260 ZBE (zonas de bajas emisiones) en toda Europa, que restringen el tráfico de vehículos que entran en los centros urbanos con el fin de disminuir la contaminación del aire dentro de las ciudades y de otras áreas urbanas grandes.
Suecia fue el primer país europeo en crear una zona de bajas emisiones en 1996, en Estocolmo, y para la fecha de la publicación “Urban Vehicle Access Regulation in Europe” ya habían 12 países europeos que habían introducido zonas de bajas emisiones. Algunas ciudades en países como el Reino Unido están estableciendo zonas de emisiones ultras bajas, para combatir la contaminación y las consecuentes preocupaciones en cuanto a la salud pública.
El impacto de las ZBE
El objetivo principal de las zonas de bajas emisiones es reducir el nivel de contaminación que resulta peligroso para la salud de los humanos y del medio ambiente, así como para reducir el tráfico, por lo que tiene el potencial de disminuir las emisiones aún más. El impacto de una zona de bajas emisiones depende de muchos factores, uno de ellos es el tamaño de la zona restringida y la intensidad de la restricción. Además, la combinación de ZBE y una estrategia de tarifa de congestión pueden afectar a los resultados.
En un estudio realizado por el Umweltbundesamt (la agencia alemana del medio ambiente), de tres ciudades alemanas con zonas de bajas emisiones, se encontró una reducción del 5%-10% en la concentración de PM10 y una disminución del 50% de la concentración de carbón elemental (EC). También, como cita el Journal of Hazardous Materials, los niveles de PM10 y NO2 han sufrido una bajada importante en la ciudad de Lisboa como resultado de la zona de bajas emisiones. En la zona 1 de la ciudad, los niveles de PM10 se redujeron un 30,5% y los niveles de NO2 un 9,4%. En la zona 2, los niveles de PM10 disminuyeron un 22,5% y los niveles de NO2 un 12,9%.
otras estrategias
Una tarifa de congestión es otra estrategia que las ciudades pueden implementar para reducir el tráfico y mejorar la calidad del aire dentro de las zonas urbanas. Actualmente, la ciudad de Nueva York ha puesto en marcha la planificación de un esquema de tarifa de congestión para una parte de Manhattan, convirtiéndola en la primera ciudad estadounidense en restringir el tráfico.
Con 260 zonas de bajas emisiones europeas y con uno de los países más dependiente de coches implementando una tasa de congestión en su ciudad más grande, podemos ver un giro de cómo estamos abordando la contaminación y la congestión en nuestras ciudades.